Alcaraz resiste el asedio de Fritz y se cita con Sinner
Dos bolas de set en contra en el tie-break del cuarto parcial y cuatro puntos seguidos para cerrar el pase. Carlos Alcaraz volvió a sobrevivir donde arde el sol y la presión: la Pista Central. Derrotó a Taylor Fritz por 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6(6) en 2 horas y 48 minutos y avanzó a su tercera final consecutiva en Wimbledon 2025. El murciano, vigente doble campeón, abrió la jornada del viernes en el templo londinense y salió con la misma mezcla de desparpajo y frialdad que lo ha convertido en el referente de la hierba.
El partido fue tan duro como se esperaba. Fritz impuso su servicio, golpeó plano y profundo y buscó la derecha de Alcaraz para cortar ritmo. Aun así, el español leyó pronto las pequeñas grietas: restó cada vez más dentro de pista, alternó alturas y velocidades y no dudó en cerrar puntos en la red. El primer set cayó de su lado con solvencia, pero el estadounidense respondió con un segundo parcial agresivo, elevando el porcentaje de primeros y apretando al resto. Se llegó al 5-7 y al primer gran temblor del día.
El tercer set devolvió la inercia a Alcaraz. Con menos peloteo y más precisión, se adueñó de los intercambios largos cuando los hubo, y castigó cada segundo servicio de Fritz con restos profundos a los pies. El 6-3 pareció calmar el duelo, pero quedaba el tramo más salvaje: un cuarto set que subió de temperatura, literal y figuradamente, con un Centre Court tostado por el sol y el calor pegando fuerte.
El tie-break final fue el termómetro de la tensión. Con 4/6, Fritz acariciaba el quinto set; Alcaraz encadenó cuatro puntos con la cabeza fría, incluidas dos defensas imposibles y un derechazo cruzado que dejó al público boquiabierto. Ese cierre, más que brillante, fue un recordatorio del recurso mental que lo sostiene: juega con nervios, pero piensa con claridad.
Los números respaldan la sensación. Alcaraz ganó el 88% de puntos con primer saque, una cifra que en hierba es casi una declaración de principios: si entra el primero, el punto suele ser suyo. Fritz le exigió ritmo todo el encuentro, pero el español sostuvo cada turno de servicio en los momentos calientes y, cuando tocó sufrir, encontró la manera de restar un pelín más profundo, de quitar un segundo extra al rival.
En el cara a cara, el 3-0 ya es contundente: Miami 2023 (cuartos), Laver Cup 2024 y ahora Londres. No es un detalle menor. Fritz, uno de los mejores sacadores del circuito, había llegado fino y con confianza. Que Alcaraz lo descifre una y otra vez habla de adaptación: cambiar alturas, mezclar direcciones con la devolución y atacar temprano la bola para no dejarle tiempo al estadounidense.
Hubo contexto extra: el calor. Lo dijeron ambos en pista, sin rodeos. El sol secó la hierba y aceleró la pista, favoreciendo los puntos cortos y el juego de iniciativa. En esas condiciones, ceder centímetros detrás de la línea puede costar el set. Alcaraz dio un paso adelante en los restos y mantuvo la derecha tensa, sin regalar globos. Fritz se mantuvo a tiro casi todo el tiempo, pero cada vez que el partido pedía una solución distinta, la encontró el español.

Claves del partido, rachas activas y lo que viene
¿Qué marcó la diferencia? Tres ideas simples: primeros saques muy rentables, lectura del resto en los turnos clave y calma extrema en el tie-break definitivo. La variedad, esa que muchos rivales citan cuando les preguntan por Alcaraz, se vio en detalles: una dejada para cambiar el guion, una subida a la red en punto de presión, un globo a contraataque cuando parecía acorralado.
Sus rachas también siguen vivas. Alcaraz llega a su sexta final de Grand Slam y mantiene pleno ante Fritz. Además, continúa invicto en Wimbledon ante jugadores británicos (cinco de cinco) y estira su serie perfecta ante zurdos en grandes (doce de doce). Todo eso suma a una línea histórica: está a un paso de convertirse en el quinto jugador que encadena tres coronas seguidas en el All England Club.
Fritz se va con más certezas que dudas. Confirmó que su tenis encaja en la Central, que su servicio aguanta bajo calor y que, cuando entra en pista con la derecha, le puede discutir la iniciativa a cualquiera. Le faltó un punto, quizá dos decisiones, en el tie-break final. En este nivel, esa distancia es enorme en el resultado y minúscula en juego real.
De cara a la final, toca Sinner. Duelo que se explica solo: intensidad de fondo, restos agresivos, intercambio de direcciones y pequeños ajustes de posición que cambian el partido. Sinner llega con la madurez de quien ya ha ganado grandes y con una solidez que en hierba se traduce en primeros planos y pasillos bien cerrados. Alcaraz, por su parte, conoce el escenario y lo disfruta. Posiciones cortas, pies activos y esa capacidad para convertir defensa en ataque en una sola pelota.
Más allá del título, hay relato: la rivalidad que define esta era joven del tenis. Sinner y Alcaraz se han hecho mejores uno al lado del otro, a base de enfrentarse en rondas grandes y de obligarse a subir el listón. Sobre hierba, la conversación suele decidirse por centímetros: el primer paso, el primer impacto limpio, el primer segundo servicio atacado sin miedo.
Para quienes quieran revivir la semifinal o seguir la final, la señal internacional ofreció una cobertura amplia. En América y Estados Unidos, ESPN emitió el partido en sus canales deportivos y temáticos. En España, la retransmisión se siguió a través de las plataformas que operan el torneo, con análisis, entrevistas y piezas en directo a lo largo del día. Según la región, la disponibilidad varía, pero la final se programará en prime time europeo con previa extensa desde la Central.
La postal que queda del viernes es clara: Alcaraz supo sufrir. No ganó a base de golpes imposibles, sino eligiendo bien cuándo arriesgar y cuándo contener. Encontró el resto que necesitaba, sostuvo cada primer saque y cerró un tie-break que pudo ser de cualquiera. De eso va este torneo cuando quema: de quién puede pensar mejor con el corazón acelerado.
Ahora, una última vuelta al ruedo en la catedral. El español se ha ganado el derecho a jugar por la copa otra vez, con la oportunidad de escribir una racha que muy pocos han firmado. Quedó demostrado, una vez más, que su tenis no solo brilla: resiste.
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